28 junio 2014

Sin prisas

Aunque lo pretendas, es imposible escapar de uno mismo; aunque te escondas, tu sombra siempre va a estar allí para encontrarte. Todos los caminos te guían hacia tu verdadero destino.

Hace unos años, coincidí con un compañero de trabajo que jamás se ponía nervioso: mantenía la calma en cualquier situación y nunca le vimos dar un paso más rápido que el anterior. Ante las situaciones de tensión como máximo arqueaba una de sus cejas y no conseguimos que nos alzara la voz aunque le chincháramos una y otra vez. Solo las migrañas que sufría de vez en cuando le delataban. A mí al principio me pareció un ser desapasionado, pero al final acabó siendo uno de mis mejores amigos. Juntos nos reímos muchas tardes de esa habilidad suya de mostrarse impertérrito ante cualquier contratiempo. 
Yo actúo justamente al contrario: por mi impulsividad puedo dar la sensación de cierto descontrol y poca seriedad. El paso de los años ha ido modelando mi carácter y el ritmo de mis pasos, pero aún sigo corriendo por la calle, hablando demasiado rápido, interrumpiendo de vez en cuando...

La calma era una de sus habilidades, pero la mía era la capacidad para darle la vuelta a las situaciones adversas. 
Si algo me incomoda, tengo una especie un resorte automático que se activa para averiguar cómo cambiar las normas de juego. Ese truco lo aprendí en la Universidad, donde terminé una carrera que aborrecía. Lo conseguí desgranando las asignaturas para encontrar algo que me hiciera vibrar, troceando lecciones sin sentido estético a base de juegos, premios, bolígrafos de colores y mucha paciencia. Y una vez que logré ese reto vital, me acostumbré a preferir las situaciones complejas para poder sentir luego esa punzada de orgullo al ser la primera en cambiarlas.

Con la ilusión de explorar nuevas rutas, me he pasado media vida sin darme un respiro. En el trayecto, he tenido que ir eligiendo y soltando sin dejar de correr. A menudo, por el ímpetu y las ganas de seguir adelante no me he parado a mirar hacia atrás y reflexionar si aquella era la mejor forma de llegar o si realmente aquel lugar al que me dirigía me haría realmente feliz.

Mi compañero y amigo solía repetir que no por mucho correr se iba a llegar antes, también decía que ser ordenado y reflexivo te permite ganar tiempo.

Esta tarde me he detenido y he respirado profundamente y al hacerlo, me he dado cuenta que en realidad, tenía mucha razón:

aunque lo pretendas, es imposible escapar de uno mismo; aunque te escondas, tu sombra siempre va a estar allí para encontrarte. Todos los caminos conducen a tu verdadero destino.



Música del post: Flightless Bird, American Mouth de Iron and Wine

No hay comentarios: