07 marzo 2015

Todo bajo control

¿Es este un camino sin retorno o quizás la senda sin miguitas de pan? ; ¿Es esta una puerta para entrar o está la llave en el fondo del mar?


Creo que podría enumerar los pocos momentos de mi vida en los que he perdido el control, en los que mis actos se desbordaron del dictado de mi mente que, tic-tac, siempre ha  ido taconeando el ritmo, la melodía. Raras veces me he descubierto mirándome al espejo y no me he reconocido tras aquel cristal que me observaba serio, ladeado y sobrio. Creo que nunca antes algo me impactó tanto como para perder la senda o el camino, olvidar cuál era la puerta donde girar la llave ...y estar a salvo.

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A riesgo de perderme, por si acaso, escribía. Y lo hacía frenéticamente, en mi diario o garabateando en cualquier papel, como si al hacerlo me redescubriera entera y me encontrase de nuevo. Escribía en las servilletas, en pequeños cuadernos, de día o de noche, sentada en un banco o estirada en mi cama y creo de verdad que aquello me volvía a dibujar de nuevo, me perfilaba los ojos y el pelo, para recuperar el coraje y la valentía y poder volver a casa.

Hoy escribo menos y me conozco más. Con el paso de los años me he ido despistando del tic-tac de mi mente y eso ha hecho que, por primera vez, me sienta que ya no tengo el control como antes.
Hoy me he despertado y me he dado cuenta que no sé ni cómo ni porqué he ido a parar hasta donde estoy:
¿Qué fuerza poderosa me ha arrastrado hasta aquí?, ¿fui yo o fueron las circunstancias que jugaron conmigo?...

Miro hacia atrás y contemplo el mundo que conocía y que siento tan lejos: 
...y si desando el camino, ¿conseguiré volver?, ¿tendré fuerzas suficientes o cuándo llegue estaré tan exhausta que no valdrá la pena?
Miro hacia delante y no sé hacia dónde dirigirme para llegar a mi destino: 
y si voy corriendo en esa dirección a toda velocidad, ¿recuperaré el tiempo perdido o el tiempo ya se fue desvaneciendo durante el trayecto?

Por primera vez no tengo respuestas a todas las preguntas y me produce una especie de vértigo que me hace agarrarme más y más a la tierra. No tener certezas me hace estar más atenta a lo que de verdad ocurre, aquí y ahora, y no pensar en nada más...

Quizás es esta la causa y no otra por la que hoy estoy aquí. 
Vamos a dejarnos sorprender...