Para la reflexión de hoy tomaré prestada la fábula del
escorpión y la rana:
En la orilla de un riachuelo una rana descansaba al sol del mediodía hasta que oyó una voz que se dirigía a ella:
- ranita, ¿me puedes llevar hasta la otra
orilla del río?, llego tarde y cruzando por aquí llegaré antes, pero no sé nadar...-.
Esta se volvió asustada ya que la
voz provenía de un peligroso escorpión.
-Lo siento, pero no puedo ayudarte- negó la rana- porque si lo hago, me matarás con tu aguijón.
-¿Como puedes pensar eso?, ¿por qué tendría que hacerlo?- contestó contrariado el escorpión- si te clavase el aguijón, moriríamos los dos, ya te dicho que no sé nadar...¡por favor, ayúdame…!- le suplicó.
La rana dudó aún durante unos instantes, consideró los argumentos del
escorpión y por fin se decidió a ayudarle. Cargó sobre su espalda al
escorpión y comenzó a nadar con gran esfuerzo hasta la otra ribera. A mitad de
camino, sintió una punzada intensa y supo que el escorpión le había picado.
Mientras ambos se hundían, atinó a preguntar: -¿Por qué…?- y el escorpión le
respondió: -lo siento, pero está en mi naturaleza-.
Pero casi siempre, justo cuando acabo de poner la última pieza en lo alto del
hermoso castillo que hemos construido para que vivan felices para siempre y les digo adiós con la
mano, ellos se despiden con indiferencia, se dan la vuelta y continúan
con sus quehaceres diarios, sin más.
Y yo me quedo triste y pensativa, congelada en un plano fijo, y me convierto en un viejo vaquero
solitario de una película, que sabe que no posee más referencia que el horizonte y el sol del atardecer que le ciega los ojos. Mientras se aleja al trote, masculla para sus adentros que no volverá
a suceder, que en el futuro solamente vivirá para sí mismo, que será egoísta,
que … hasta que, de repente, una voz en off envuelve la escena: -volverás a hacerlo una vez y otra más, está en tu naturaleza. Ese es tu verdadero valor, lo que te hace único, lo que te da la fuerza para continuar tu camino…
No nos queda otra que dejar de rebelarnos contra lo inevitable, nuestra naturaleza, y quizás en la próxima parada, lo que no te agradecieron aquellos, lo harán esos otros ... quién sabe.
Canción del post: The greatest - Cat Power

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