09 marzo 2014

La esencia del escorpión



Me gusta descubrir una buena frase o escuchar una sorprendente historia. Cuando aparecen no lo pienso dos veces, zas, las meto en mi saco particular y las voy tomando prestadas cada vez que las necesito. Entonces las moldeo, las transformo, las reescribo y se convierten en nuevas historias, en mis frases ... Probablemente sea esa la forma de encontrar argumentos para mis pensamientos.

Para la reflexión de hoy tomaré prestada la fábula del escorpión y la rana:

En la orilla de un riachuelo una rana descansaba al sol del mediodía hasta que oyó una voz que se dirigía a ella:
 - ranita, ¿me puedes llevar hasta la otra orilla del río?, llego tarde y cruzando por aquí llegaré antes, pero no sé nadar...-.
Esta se volvió asustada ya que la voz provenía de un peligroso escorpión.
-Lo siento, pero no puedo ayudarte- negó la rana- porque si lo hago, me matarás con tu aguijón.
-¿Como puedes pensar eso?, ¿por qué tendría que hacerlo?- contestó contrariado el escorpión- si te clavase el aguijón, moriríamos los dos, ya te dicho que no sé nadar...¡por favor, ayúdame…!- le suplicó.
La rana dudó aún durante unos instantes, consideró los argumentos del escorpión y por fin se decidió a ayudarle. Cargó sobre su espalda al escorpión y comenzó a nadar con gran esfuerzo hasta la otra ribera. A mitad de camino, sintió una punzada intensa y supo que el escorpión le había picado. Mientras ambos se hundían, atinó a preguntar: -¿Por qué…?- y el escorpión le respondió: -lo siento, pero está en mi naturaleza-.

Cuando la generosidad está en tu esencia, ¿cómo renunciar a ella?, ¿cómo controlarla para no volver a caer en las mismas trampas?. La experiencia te demuestra una y otra vez que no tiene ningún sentido ese comportamiento, que no vale la pena. Sabes que después de un tiempo, acabado el esfuerzo y perdida la energía, volverá de nuevo esa sensación de manos vacías, de gotas de agua resbalando entre los dedos hasta quedarse en nada…

No me canso de inventar historias para emocionar a los que están a mi alrededor. Me enorgullece hacer crecer a las personas y cuando las veo florecer, siento una profunda satisfacción. Por el camino, me desvivo por enseñarles todo lo que sé, no me guardo nada para mí. Intento demostrarles que ellos también pueden cambiar el pequeño o gran mundo que les rodea...Y es que todo ello forma parte de mi naturaleza.

Pero casi siempre, justo cuando acabo de poner la última pieza en lo alto del hermoso castillo que hemos construido para que vivan felices para siempre y les digo adiós con la mano, ellos se despiden con indiferencia, se dan la vuelta y continúan con sus quehaceres diarios, sin más. 
Y yo me quedo triste y pensativa, congelada en un plano fijo, y me convierto en un viejo vaquero solitario de una película, que sabe que no posee más referencia que el horizonte y el sol del atardecer que le ciega los ojos. Mientras se aleja al trote, masculla para sus adentros que no volverá a suceder, que en el futuro solamente vivirá para sí mismo, que será egoísta, que … hasta que, de repente, una voz en off envuelve la escena: 
-volverás a hacerlo una vez y otra más, está en tu naturaleza. Ese es tu verdadero valor, lo que te hace único, lo que te da la fuerza para continuar tu camino…


No nos queda otra que dejar de rebelarnos contra lo inevitable, nuestra naturaleza, y quizás en la próxima parada, lo que no te agradecieron aquellos, lo harán esos otros ... quién sabe.


Canción del post: The greatest - Cat Power

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