A veces me siento transparente, sin más. Es una sensación agridulce, ya que como en otras ocasiones he deseado pasar desapercibida sin conseguirlo, no puedo quejarme.
El jueves pasado me convertí en invisible: intenté parar varios taxis alzando la mano y dejándola colgando de un hilo pero los taxistas pensaron que tenía una pregunta por hacerles y pasaron de largo, mientras yo me preguntaba si quizás mi ropa fuera


Con el don de la invisibilidad o no, todos necesitamos ser tenidos en cuenta, sentirnos especiales para unos u otros, ser parte de este universo tan lleno de diversidad. Así que al cerrar la puerta de casa y salir al mundo, tengamos en cuenta que a nuestro lado, los corazones laten y que en esencia, todos necesitan su trocito de amor.
1 comentario:
Gracias, me he reído mucho. Siempre me asombra la capacidad de reírse de sí misma. Me pasa lo contrario: de pequeña lograba ser invisible y ahora no puedo... sea como sea y cada una tiene su historia, eso de la invisibilidad es un tema muy literario. Felicidades!
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