30 diciembre 2012

La Felicidad es...

Hace una década descansaba en mi mesilla de noche Alessandro Baricco. En la oscuridad, su universo se dispersaba en mi habitación a través de las páginas de sus libros. Llegó un momento en que sus historias se entrelazaron tanto con las mías, que tenía dudas para reconocer cuándo era yo quien escribía o si el que imaginaba era él. Por aquel entonces repetía una máxima: la felicidad es como el flash de una foto, que dura un instante, justo para sonreir. Siguiendo su estela, me desviví buscando esos destellos, por ser de capaz de encontrarlos. Mientras tanto, creía que si el resto del mundo no hacía lo mismo, es que andaba perdido o se estaba perdiendo cosas. En mi afán por ayudarles, yo repetía, a quién se dejaba,  que la felicidad era un flash y que había que pillarla al vuelo…así: click.

Luego se me acabaron las pilas, me hice un lío extravagante entre realidad y sueño y me salí tantas veces del carril de la normal existencia que me sentí sola. Quizás fue una combinación de todo ello. En esa época leía a Haruki Murakami y me reconocía en aquellos personajes mustios y sin ánimo a los que acontecimientos surrealistas les llevaban en volandas hacia universos secretos sin tener que desearlo. Tardé bastante tiempo en  encontrarme y mientras buscaba mi lugar alguien me inquirió (aunque parezca mentira, aún hay individuos curiosos que te sorprenden con este tipo de preguntas): ¿qué es para ti ser feliz?
Algo me golpeó levemente el estómago y me salío una frase atada a un hilo de voz: la felicidad es despertarse por la mañana con la mente limpia y vivir tranquila. Me concentré pues en esperarla y un día llamó a mi puerta pero era tan liviana que no me dí cuenta de su presencia hasta más tarde. Fue fantástico volver a descansar tranquilamente.
En estos días en que todos hacen balance del año, el otro día me sucedió algo que me hizo volver a reflexionar sobre la misma cuestión. No surgió de dentro de un libro, porque últimamente voy de un escritor a otro, me he pasado a las novelas fáciles y me dejo seducir por un título o por el estilo de la portada. Fue en la televisión, donde aparecía una escena con una enorme tarta de cumpleaños y un montón de gente alrededor. La protagonista estaba a punto de soplar las velas cuando alguien le gritó a sus espaldas: ¡Piensa en un deseo!...Mientras hinchaba sus pulmones de aire yo también repliqué el mismo pensamiento y... ¡ no salió nada, qué extraño! Entonces reflexioné una ez más: La felicidad es sentirte tan bien contigo mismo que no te apremie ningún deseo por cumplir.

Por supuesto, siempre habrán sueños por cumplir, pero si no salen, no pasa nada..., proyectos por realizar, pero si requieren demasiado esfuerzo les dedicaremos más tiempo...,o caprichos aún pendientes, pero no saldremos a buscarlos alocadamente, simplemente, cuando pasen por delante,  los pillaremos al viento, así: click.



FeLiZ añO 2013.
¡Será tan fantástico como nos lo merecemos!

16 diciembre 2012

Una parada obligaria

Siempre me ha parecido un poco soberbio que alguien escriba su biografía cuando aún  le queda todo por vivir. Quizás lo haga entonces porque, en ese preciso momento, está en lo más alto, con su corazón henchido de energía y el alma agradecida por lo sonoros halagos que el mundo le regala.
Desgraciamente y también por fortuna, la vida está llena de baches, de curvas peligrosas, de túneles con una tenue luz al final, de recodos y de pistas sin asfaltar donde, de vez en cuando, encuentras a personas, compañeros y finalmente, amigos. Así que es mejor no planificar demasiado, lo importante es ir disfrutando de cada momento. Si un día llegas a la cima del mundo, no te confies, una ráfaga de viento te puede hacer caer en un instante. Si alguna vez te pierdes en un angosto valle, de un momento a otro pasará alguien que, con un guiño, te animará a seguirle.
Esta crisis tan larga nos ha hecho abrir los ojos en muchos sentidos: enormes muros  se han caído desmoronándose con estruendo y todos hemos comprobado que estaban construidos de cartón piedra. En quienes confiábamos han resultado ser unos farsantes y mediocres, y nos hemos sentido estafados en un sentido muy amplio. Aunque alguien diga que esto se veía venir, es muy difícil bajarse del caballo cuando estás arriba.  Sin embargo, aunque difíciles, estos momentos son importantes, porque es cuando nos sale ese lado que tenemos escondido con el estómago lleno: la imaginación, el buscarse la vida y también, el reencuentro con uno mismo.
Muchos antiguos compañeros han aprovechado para relanzar su vida y son ahora mucho más felices con mucho menos, atreviéndose a explorar nuevas rutas sin miedo a perder nada, porque todo está por ganar. Los que tenían prisa por volver a tener lo de antes lo han tenido más sencillo, simplemente han tenido que ceder a los excesos, y ahora viven en paz con sus posibilidades reales. Y muchos de aquellos cracks catacraks, ahora son pequeños empresarios que siguen haciendo y deshaciendo. Aunque ahora no pueden mandar a los demás que lo hagan, han aprendido y descubierto que les gusta hacerlo por sus propios medios.¡Una agradable sorpresa!
No existe ni el éxito permanente ni el estrepitoso fracaso, pero si existen las circunstancias, que son una especie de parada obligatoria. Esos momentos están ahí por algo, y aunque difícilmente se perciba a primera vista, existe una oportunidad que yace medio escondida entre la maleza para que, al encontrarla, sepamos valorarla.
Solo hay que darle la mano, creer en ella y empezar a andar con una sonrisa.

02 diciembre 2012

Mejor hacia adelante...

Hoy me apetece contar un cuento hacia atrás y volar...así...
Me elevo en el aire como un niño dibujado con una sonrisa, tirado por un globo verde que ha atado a su dedo indice su madre con un lazo. Al pasar por el parque, él se ha quedado mirando un hombre con decenas de globos de colores y ha señalado hacia allí. Como su madre no le ha hecho caso, el niño ha apretado su mano con un movimiento firme y ha vuelto a señalar con el dedo, esta vez a una niña que pasaba por su lado, con un hermoso globo rosa que juguetea con el aire de invierno. Han llegado allí tras un rato de paseo, en un domingo aparentemente tranquilo.
De repente me paro. No quiero tirar del hilo más, porque si sigo desvelando la historia hacia atrás, quizás descubramos el lado amargo del domingo, el punto de inflexión ...Vamos pues invertir la dirección del cuento y a seguir imaginando...
Hay un niño volando por el aire de un domingo de invierno soleado tirado por un globo verde y brillante. Mira hacia abajo y saluda a su madre que le sigue andando a paso rápido deshaciendo el camino al parque. Mientras se mece con el viento gélido de Diciembre, un pájaro amarillo se cruza por su lado y le saluda con su aleteo rápido y sincopado. Más arriba, se dibuja la sombra blanca de un avión con cientos de personas medio dormidas, suspendidas en tiempo y espacio... 
Más abajo, la ciudad gira los ojos hacia el niño dibujado con una sonrisa y se queda parada con la boca abierta. Mientras lo hace, ella y sus transeúntes dejan de pensar y así, el zumbido de lo problemas se se detiene también y se crea un momento de absoluta paz.
Un niño con una sonrisa dibujada desciende con gracia en lo alto del Tibidabo. Con este día tan claro se divisa  la ciudad entera y un trozo de mar azul intenso en una estampa maravillosa.
La madre finalmente lo alcanza, lo abraza, lo besa y sonríe: la próxima vez que quieras volar ve más despacio, me ha costado alcanzarte...!
Y el cuento termina pausadamente hacia delante y no hacia atrás, porque a veces es más bonito soñar que adivinar la verdad...