Hace una década descansaba en mi mesilla de noche Alessandro Baricco. En la oscuridad, su universo se dispersaba en mi habitación a través de las páginas de sus libros. Llegó un momento en que sus historias se entrelazaron tanto con las mías, que tenía dudas para reconocer cuándo era yo quien escribía o si el que imaginaba era él. Por aquel entonces repetía una máxima: la felicidad es como el flash de una foto, que dura un instante, justo para sonreir. Siguiendo su estela, me desviví buscando esos destellos, por ser de capaz de encontrarlos. Mientras tanto, creía que si el resto del mundo no hacía lo mismo, es que andaba perdido o se estaba perdiendo cosas. En mi afán por ayudarles, yo repetía, a quién se dejaba, que la felicidad era un flash y que había que pillarla al vuelo…así: click.
Luego se me acabaron las pilas, me hice un lío extravagante entre realidad y sueño y me salí tantas veces del carril de la normal existencia que me sentí sola. Quizás fue una combinación de todo ello. En esa época leía a Haruki Murakami y me reconocía en aquellos personajes mustios y sin ánimo a los que acontecimientos surrealistas les llevaban en volandas hacia universos secretos sin tener que desearlo. Tardé bastante tiempo en encontrarme y mientras buscaba mi lugar alguien me inquirió (aunque parezca mentira, aún hay individuos curiosos que te sorprenden con este tipo de preguntas): ¿qué es para ti ser feliz?
Algo me golpeó levemente el estómago y me salío una frase atada a un hilo de voz: la felicidad es despertarse por la mañana con la mente limpia y vivir tranquila. Me concentré pues en esperarla y un día llamó a mi puerta pero era tan liviana que no me dí cuenta de su presencia hasta más tarde. Fue fantástico volver a descansar tranquilamente.
Algo me golpeó levemente el estómago y me salío una frase atada a un hilo de voz: la felicidad es despertarse por la mañana con la mente limpia y vivir tranquila. Me concentré pues en esperarla y un día llamó a mi puerta pero era tan liviana que no me dí cuenta de su presencia hasta más tarde. Fue fantástico volver a descansar tranquilamente.
En estos días en que todos hacen balance del año, el otro día me sucedió algo que me hizo volver a reflexionar sobre la misma cuestión. No surgió de dentro de un libro, porque últimamente voy de un escritor a otro, me he pasado a las novelas fáciles y me dejo seducir por un título o por el estilo de la portada. Fue en la televisión, donde aparecía una escena con una enorme tarta de cumpleaños y un montón de gente alrededor. La protagonista estaba a punto de soplar las velas cuando alguien le gritó a sus espaldas: ¡Piensa en un deseo!...Mientras hinchaba sus pulmones de aire yo también repliqué el mismo pensamiento y... ¡ no salió nada, qué extraño! Entonces reflexioné una ez más: La felicidad es sentirte tan bien contigo mismo que no te apremie ningún deseo por cumplir.
Por supuesto, siempre habrán sueños por cumplir, pero si no salen, no pasa nada..., proyectos por realizar, pero si requieren demasiado esfuerzo les dedicaremos más tiempo...,o caprichos aún pendientes, pero no saldremos a buscarlos alocadamente, simplemente, cuando pasen por delante, los pillaremos al viento, así: click.
FeLiZ añO 2013.
¡Será tan fantástico como nos lo merecemos!
¡Será tan fantástico como nos lo merecemos!