A veces me siento transparente, sin más. Es una sensación agridulce, ya que como en otras ocasiones he deseado pasar desapercibida sin conseguirlo, no puedo quejarme.
El jueves pasado me convertí en invisible: intenté parar varios taxis alzando la mano y dejándola colgando de un hilo pero los taxistas pensaron que tenía una pregunta por hacerles y pasaron de largo, mientras yo me preguntaba si quizás mi ropa fuera
Queremos ser invisibles a veces y sin embargo, nos morimos de ganas de hacernos notar, sobre todo en aquellos momentos en los que nos sentimos seguros, en un entorno en el que podemos demostrar nuestra valía… ¿Por qué sino son los bajitos son los que tienen más carácter? Ellos tuvieron que saltar mucho para ver a su cantante favorito en los conciertos, tuvieron que hacerse notar en las pistas de baile para atraer las miradas y, por el contrario: ¿no son los más altos los más entrañables, los más tímidos? Quizás a ellos les asustaba ser el blanco de todas las miradas a su llegada a las fiestas, o a lo mejor doblaban las rodillas para no poner tanta distancia entre ellos y los demás…
Con el don de la invisibilidad o no, todos necesitamos ser tenidos en cuenta, sentirnos especiales para unos u otros, ser parte de este universo tan lleno de diversidad. Así que al cerrar la puerta de casa y salir al mundo, tengamos en cuenta que a nuestro lado, los corazones laten y que en esencia, todos necesitan su trocito de amor.