31 diciembre 2011

Celebrando el año...

Después de la debida reflexión de estos días creo que puedo decir que soy de las personas que terminan el 2011 mejor de lo que empezaron.
Y es que a pesar de todos los sinsabores que salpimentaron este año que se cierra, yo me siento mejor conmigo misma, y ese descubrimiento tan crucial, es en realidad lo único que importa...
Y ello me hace sentir más FUERTE,
Y por eso me despierto más TRANQUILA,
Y por eso cada día puedo REIRME más,
Y ello me convierte casi en INVENCIBLE.

Por esa razón, en el día que se cierra un ciclo anual más, mi única petición al Universo es que me deje tal como estoy. Esto tiene un poco de truco, porque este deseo conlleva unos cuantas implicaciones, como:
Que me permita seguir elevándome por los cielos de mi querida ciudad para inventarme un cuento con cualquier excusa.
Que me siga alentando para seguir cambiando los versos de las canciones sin que caiga un chaparrón.
Que me acompañe en las frías mañanas cuando las cosas no vayan bien y en las heladas noches cuando todo siga pendiente de un hilo.
Que me continúe agraciando con la sensación de saberme especial y por ello, infinitamente libre.
Que me deje seguir ilusionándome por cualquier tonteria y que me haga olvidar cualquier contratiempo lo antes posible.

Desde hace un tiempo ya no pido ser feliz, porque un día descubrí a través de una persona que ya nacemos enteramente felices por el hecho de no tener que pensar para respirar…

¡Así que atentos todos a saber vivir esa Felicidad y a no perderla!
¡A por nuestro 2012!

24 diciembre 2011

Feliz Navidad


Quizás sea cierto que el espíritu navideño está cada día más desvirtuado, y que a algunas tradiciones se le han añadido muchas capas de otros intereses. Quizás sea cierto que en estos últimos tiempos, a los entrañables momentos familiares se han colado palabras como incertidumbre y pesar.
Sin embargo, a pesar de todo ello, a mi me cuesta mucho durante estos días ceder a la imaginación. Solo durante la Navidad, es posible cerrar los ojos y sentir la dicha, el amor, la bondad. Solo tienes que hacer la prueba, relajarte un momento. Si lo haces, quizás podrás sentir, como yo...

...Como la nieve blanca y sin peso se posa levemente sobre las aceras de una ciudad que anochece, mientras a lo lejos, dos almas escondidas tras el calor del abrigo, se abrazan.

...Como la algarabía y los aplausos rompen primero el silencio y siguen al golpe seco de una botella de champan que acaba de ser descorchada....Como los villancicos tradicionales llenan el gélido ambiente de invierno, mientras ante el escaparate, un par de naricitas inocentes miran con la boca abierta cientos de regalos.

 ...Como de repente, sin avisar, alguien llama al timbre de una casa cualquiera, y tras largos meses de ausencia, desde ese instante, el hogar vueve a llenarse de luz.








 ...Como en casa de mi vecina ya mayor, irrumpe inesperadamente el revuelo en el comedor, donde los más pequeños se persiguen por debajo de la mesa llena de turrones, mazapanes y neules, mientras los mayores se regalan sus mejores deseos.

Y es que solamente en Navidad, se multiplican los mensajes positivos, ya sea en postales, en mensajes o envueltos en una simple despedida en el supermercado de siempre. Y es que, por arte de magia, el mundo detiene por unos instantes su ajetreo y todos nos concentramos en ser un poco más humanos.

Así pues, aunque sólo sea por un instante, dejémonos envolver por el espíritu navideño, por el deseo de hacer el bien, por las ganas de amar y brindemos por ser unos afortunados de estar aquí, juntos, un año más.

17 diciembre 2011

Por pedir...

Hace muchos años leí una novela que pasó sin quedarse en mi selectiva memoria y que tenía un punto de arranque muy interesante: la protagonista solía escribir un diario íntimo y se lo iba dejando olvidado en cualquier sitio. A través de ese despiste intencionado conseguía que el otro conociera sus deseos y caprichos, sus miedos y sus dudas. La mirada del otro, se llamaba.
Si me deslizo de vez en cuando por la empinada rampa de la montaña rusa de mi mente es debido a mi habilidad para guardar silenciadas quejas esenciales o para esconder mi desánimo tras mi obstinado orgullo. Por eso hoy, a través de una especie de diario olvidado, he decidido hacer una lista de peticiones para aquellos que me quieran y sigan leyendo. Creo que es el momento adecuado, ya que a mi alrededor todo el mundo está pidiendo sus regalos de Navidad. Quizas, con un poco de suerte, algunos de estos deseos se harán realidad. Por pedir…que no quede. Aquí van:
A los que no proponen: me gustaría recibir de vez en cuando una invitación vuestra para quedar, que no fuera ficticia, que tuviera un par de días concretos y sobre todo, que incluyera un cachito de ilusión.  
A los que solamente piden: me conformaría con que algún día me sorprendieráis con un regalo, del tipo que sea, y que yo supiera que es para mí. Solo con pensarlo, ya sonrío.
A los que ocupan mi tiempo: tengo la gran suerte que solo con pasear y abrir los ojos, ya me suceden cosas, pero claro, tengo que darles la oportunidad. Los artistas inventamos a través de los sentidos, pero si nos atrapan en oficinas y nos roban la energía, nos apagamos. ¡Necesitamos salir a la calle más a menudo!
A los fiesteros: la próxima vez que os vayáis de copas o cuando tengáis previstas unas risas, no olvidéis llamarme. Que la risa es de las pocas enfermedades contagiosas que se agradecen.
A mi jefe: ejem, ¿cómo puedo decirle que me suba el sueldo?...,que sí, que tengo una lista de buenas razones…
Al Dios adecuado: gracias por seguir tachándome de la lista de personas con salud delicada. Sigue así y por favor, haz lo mismo con todos los que quiero. ¿Podrías además dar un empujón para los que aún están en ello? ¡Gracias!
 Al que tengo al lado: no me gusta que me llames “jefa”, me recuerda que nunca lo seré, y además me hace vieja y gruñona. Los que nacimos currantes lo que se nos da bien es ofrecer ...¿no ves que no mando ná de ná?...
A los que están a mi alrededor: recordad que me encanta el cine, (¿cuándo vamos?), que me pirran los restaurantes románticos, y que si queréis que salte de felicidad, solo tenéis que sorprenderme. Venga, que soy muy fácil.
A los que se perdieron en los enredos del tiempo: por favor, llamadme, ¿no os dáis cuenta que os echo de menos?
A los que se olvidaron este año: cuando vuelva a ser mi cumpleaños, llamadme por teléfono, enviadme un mensajito o haced una señal de humo, ya que lo estaré esperando…para mí es MUY importante.
 (…)
De momento, no se me ocurre nada más que sea imprescindible. Escribir ha sido muy sencillo, así que si algunos de estos deseos se hacen realidad, quedará demostrado que para conseguir lo que sea, no hay nada más simple que pedirlo por su nombre…Así.
¿por qué no lo pruebas?