¡Un año más!
No sé si será por casualidad, por rutina o más bien por la tozudez del ser humano, que este año hemos vuelto a repetir la misma escena.
Así, año tras
año, solamente tenemos que buscar las siete diferencias en los detalles más nimios para reconocer el número del final que nos dé el año en cuestión: la programación del canal de televisión, la cena mejor o peor preparada, los colores del mantel elegido, la profusión de adornos navideños, la conversación más o menos insulsa de la cena, los
petardos que explotaron fuera, el orden de las canciones y los comentarios, el frío de aquel diciembre que se hizo notar, el vestido que aquel día estrenamos...


Echo de menos la consciencia, el valorar el aquí y ahora. Nos pasamos el día corriendo con la cabeza estirada hacia delante intentando
visualizar el mañana y mientras, desatendemos el presente. Y cuando éste nos desalienta,
nos defrauda o nos contradice, entonces le volvemos la espalda y recordamos un pasado adornado o quizás verdadero, pero, ¿quién puede probarlo ahora…?. Quizás
no sepamos vivir de otra manera, y entre acelerar y frenar de golpe, se nos vaya
la energía y la fuerza en esos tumbos y ya no somos capaces de tirar todos juntos. A menudo estamos agotados para disfrutar en familia o
para compartir pequeños, efímeros pero únicos momentos.
En realidad, vivir trata de eso, ¿no? . Aprender sumando nuevas perspectivas, crecer compartiendo momentos
inolvidables, amar sintiendo de verdad cuánto nos necesitamos, fluir dando y recibiendo con
generosidad y equilibrio...
...Y entre reflexiones, comienzo mi andadura en este recién estrenado 2016, que espero compartir e ilusionarme con muchos de vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario