Creo que la vida podría asimilarse a la banda sonora de una película que va avanzando contigo, a veces tediosa, de vez en cuando delirante, con momentos apasionados y otros agridulces. Una canción podría seguirnos los pasos cada día desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, acompañando a una multitud de sonidos, palabras, melodías y también un constante ruido que nos va atravesando el cuerpo y el alma.


Con el tiempo aprendemos sin querer cuánto valor tiene el equilibrio y por ello sabemos que necesitamos de la voz, de la música, del lamento, para sentirnos vivos:

Pero también hemos aprendido que el ruido nos distrae, apoderándose del momento del silencio, que es cada día más escaso en este mundo en el que zumban las ciudades y resuenan las palabras inútiles.
Vivimos rodeados de ruido, y a pesar de eso, ya casi nunca escuchamos.
Así que a partir de ahora, entre palabra y palabra, voy a permitirme respirar. Y entre tu frase y la mía, voy a tratar de escucharte y reflexionar.
¡Bienvenido silencio!
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