Tendría más claro cuál es mi papel en este cuento si fuera realmente un hada...
¿Dónde está el cuento, mi cuento? ¿Cuándo me perdí un capítulo? Ni siquiera recuerdo aquel en el cual empecé, me despisté en mis ganas por estar donde estaban los demás, me sentía mejor cuando tenía a alguien a quien seguir, era feliz cuando aprendía un nuevo juego…
Aparentemente todo me ha ido muy bien, estoy donde quería llegar, si realmente es aquí mi puerto particular donde dejarme vencer por el cansancio…Sin embago, algunas veces, en los minutos previos al sueño, algo que me dice que quizás esto no es para mí: me he vuelto a adaptar otra vez, siguiendo la estela de alguien o de algo, intentando aprender más, buscando nuevos retos…
Y me vuelvo hacia los demás, y me fijo, sin poderlo evitar, en los que han encaminado sus pasos hacia otro lugar más inestable, quizás, pero más seguro para sus corazones. Les miro como están de orgullosos, a pesar de los sinsabores, y yo me pregunto si no habré escogido lo más cómodo, lo más “normal”.
Cómo me fastidiaba esa palabra, normal, hace unos años. Era sinónimo de conformismo, la veía reflejada en aquellos que conducían rápido por las autopistas para llegar antes pero con el piloto automático encendido. Incluso lo asociaba al viajero que solo pisaba complejos turísticos y se ataba a la pulserita y no se volvía a calzar los zapatos hasta que volvía a subirse al avión de regreso. Recuerdo hablar de personas “normales” como si fueran otros, de otra tribu, de otro barrio…Supongo que hice mal...
¿Dónde están los normales ahora? ¿no se habrán cambiado las tornas? ¿no seré yo uno de esos seres acomodados a una forma de vida estandar y previsible? ¿normal, yo?...Pues quizás sí y no os podéis imaginar cómo me fastidia…
Por si acaso, yo sigo dibujando estrellas en mis blocs de notas por si se convierten un día en una varita mágica para que se obre el milagro y pueda desaparecer, volar, escapar, sumergirme y aparecer de pronto en mi verdadero cuento, aquel que me haga sentir especial y en paz. Solo entonces, conseguiré respirar con tranquilidad, sin la mirada en tensión hacia delante, porque habré llegado a mi puerto particular.
Mientras tanto, seguiré mirando a los que lo han conseguido para pillar algún truco de magia, les seguiré espiando de cerca para aprender cómo encontrar la forma de encajar las piezas y conectarme de nuevo …
Espera y verás, como diría un hada madrina mientras agita en el aire su varita y pronuncia las palabras mágicas...